El pasado s谩bado un grupo de personas entendieron que era m谩s importante sacar r茅dito pol铆tico que la salud de todos y de todas. No les importaba poner en riesgo el enorme esfuerzo de millones de espa帽oles y espa帽olas que durante estas 煤ltimas semanas hemos hecho para contener la epidemia.
En vez de alegrarse por el 茅xito de dicho esfuerzo, que podemos ver en el enorme descenso de nuevos contagios y fallecimientos, el grupo promotor de la protesta prefiri贸 poner en peligro todo eso para mostrar su ira en la calle. Lo hicieron instalados c贸modamente en sus coches y en sus motos de alta cilindrada, como queriendo devolvernos cuanto antes al estado anterior, a la atm贸sfera limpia que ahora disfrutamos, echando por sus tubos de escape todo ese humo negro y pestilente que no hab铆an podido verter durante estos meses.
Acompa帽谩ndolo de golpes de cacerolas y el incesante toque de claxon, convirtiendo en ruido la recuperada tranquilidad de nuestras ciudades y el t铆mido intento de la naturaleza de hacerlas m谩s amables y agradables.
Lo hicieron ampar谩ndose en los derechos a la libertad de expresi贸n y al de reuni贸n, que muchas y muchos compa帽eros hab铆an conseguido conquistarlos para todos despu茅s de a帽os de c谩rcel, sangre y l谩grimas. De a帽os de lucha contra una dictadura de la que ahora los convocantes son herederos ideol贸gicos.
Pero igual que no valoramos las cosas regaladas y no ganadas con esfuerzo, los convocantes, como ni帽os malcriados, creen que el derecho a la libertad de expresi贸n solo lo pueden ejercer ellos. Por eso pudimos ver como increparon a aquellas personas que pensaban diferentes a ellos. Vimos incluso como despreciaban a personas que, a diferencia de ellos, se hab铆an jugado su salud para cuidar de los dem谩s, como hicieron con unas sanitarias en el Hospital de Ciudad Real.
Pero esta no fue la 煤nica muestra de desprecio hacia quienes han sido los verdaderos h茅roes de la crisis sanitaria. La mayor prueba fue que en la mayor铆a de las ciudades de Castilla-La Mancha las manifestaciones se convocaron cerca de los hospitales, centros sanitarios y residencias de mayores y, por ello, se vieron varias ambulancias obstaculizadas.
Pero quisiera pedir, a todas aquellas personas que hayan podido asistir de buena voluntad a alguna de estas manifestaciones, que no se dejen enga帽ar. La verdadera preocupaci贸n de los convocantes es que esta crisis, a diferencia de otras, la tenga que pagar ellos, las grandes fortunas y la banca, y no la mayor铆a social que siempre la hemos pagado. Defienden sus particulares intereses y privilegios.
La batalla a la pandemia no la ha ganado ellos, la hemos ganado con el esfuerzo de todos, los que hemos estado en casa, los y las sanitarias p煤blicos, los funcionarios y funcionarias de los servicios p煤blicos de empleo, educadores p煤blicos, fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado (porque las excepciones no pueden manchar a todos), conductores y conductoras de ambulancia, transportistas, reponedores, etc, en definitiva, la COMUNIDAD. Todos aquellos a los aplaudimos en muestra de nuestro agradecimiento.
Por eso debemos reflexionar y decidir si cambiamos los aplausos de los balcones por humo y ruido.
