sábado, 23 marzo, 2024

Peligro de involución feminista, por Rosana Güiza

Espero que no llegue el día en que llamemos “policíos” a los policías y “periodistos” a los periodistas

He tardado en pronunciarme sobre el tema de las azafatas de la Fórmula 1 porque, de verdad, no sabía muy bien cómo tomarlo. Por un lado, siempre me indignó ver a esas jóvenes muchachas, de espectacular físico, sujetando paraguas para que a un tipo subido a una moto o al lado de un coche, no le diera el sol o se mojara con la lluvia. Al igual que me indignaba ver como dos muchachas de igual físico, flanqueaban, daban un ramo de flores y besaban al ganador de una carrera ciclista. Tampoco era menor la indignación cada vez que veía a las recogepelotas de los partidos de tenis con minifaldas imposibles y escotes de vértigo. Porque ese es el vestuario de este tipo de azafatas: de vértigo. Reconozco que siempre pensé que estas pobres chicas quizás no se valoraban y que tampoco servían para mucho más. Estaba equivocada. Muchas de ellas estudian y el trabajo de azafatas les sirve, entre otras cosas, para mantenerse. Escuché a una de ellas quejarse por haberles quitado su trabajo con el que se mantenían. Acto seguido me pregunté: ¿cuánto debe cobrar una azafata de Fórmula 1 en España? Teniendo en cuenta que sólo se celebra una carrera por temporada en nuestro país, deduzco que ellas sólo trabajan en esa carrera así que, deben cobrar una millonada para poder mantenerse con el sueldo de ese día.

Estamos rodeados de micromachismos diarios y el feminismo está en pie de guerra contra todo lo que se mueve, a veces hasta el punto de hacer el ridículo llamando “portavozas” a los portavoces. Espero que no llegue el día en que llamemos “policíos” a los policías y “periodistos” a los periodistas. Tonterías aparte, soy de las que piensa que el feminismo es necesario para conseguir la igualdad en muchos aspectos en los que la mujer es tratada con inferioridad, pero también pienso que algunas feministas llegan al extremo de no respetar la libertad del resto de mujeres. Si una azafata de Fórmula 1 quiere ir escotada y apretada marcando sus curvas y sujetarle el paraguas a un tipo para que no le dé el sol, ¡pues allá ella! ¿Quiénes somos las demás para criticar la forma de ganarse la vida de otras mujeres? Desde mi punto de vista, precisamente, exigir que las quiten o que vistan de otra manera es un síntoma machista de lo más retrógrado.

El feminismo puede explotarnos en la cara si continuamos por la vía equivocada. Por ejemplo, prohibir los piropos o prohibir a estas chicas que hagan su trabajo como les dé la gana es más que prohibir, es justo lo contrario a lo que el verdadero feminismo reivindica. Recuerdo ahora aquella foto que se hizo viral en la que salían mujeres iraníes vistiendo de manera moderna en los años 70 y otra foto al lado comparando con cómo visten hoy, tapadas hasta las cejas. Miedo me daría acabar de manera parecida, con una involución de las libertades y derechos propiciada por las propias mujeres.

Es maravilloso que el feminismo se mueva y luche, por ejemplo, porque las mujeres cobremos lo mismo que los hombres que realizan el mismo trabajo o porque alcancen puestos de responsabilidad igual que los hombres. Pero también hay que aplicar la lógica y entender que hay trabajos que, por mucho que nos duela, no son aptos para mujeres, igual que hay trabajos que no son aptos para hombres. A veces el físico y la inteligencia nos diferencia; la fuerza y la sensibilidad nos diferencian y no es malo sino enriquecedor. Las hay que confunden la igualdad  y el feminismo pidiendo azafatos con torsos desnudos en competiciones. Mi feminismo reivindica competiciones de Fórmula 1 femeninas, vueltas ciclistas femeninas y Moto GP femeninas y, sobre todo, que se diera la misma importancia y el mismo reconocimiento a una Selección Femenina de Baloncesto de España que gana un Eurobasket, por ejemplo. Espero que el feminismo no se vuelva contra nosotras y de verdad luche por lo que realmente tiene que luchar.

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