jueves, 28 marzo, 2024

El acusado de allanar la casa de un conocido en Toledo y agredirle dice que este le abrió la puerta y pelearon

Unos hechos que se retomarían hasta agosto de 2018 en Alameda de la Sagra

A.A, acusado de allanar la vivienda de un conocido –A.A.S.– en agosto de 2018 en Alameda de la Sagra (Toledo) y darle una paliza a consecuencia de una discusión anterior, ha asegurado que acudió a ese domicilio porque de forma previa el que fuera su amigo quería hablar con él y le había llamado para que fuese a su casa. Nada más entrar se enzarzaron en una pelea, que provocó diversos destrozos en el inmueble.

Durante la primera sesión del juicio que, con tribunal de jurado popular ha arrancado este lunes en la Audiencia de Toledo, el procesado, a preguntas del representante del Ministerio Fiscal, ha asegurado que acudió en estado de embriaguez al domicilio de la víctima, que le abrió la puerta. De forma contradictoria, y en respuesta a su abogado, ha dicho después que pese a haber bebido vodka, no estaba borracho.

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Ha insistido en que no saltó la cancela y derribó de una patada la puerta de entrada, tal y como le acusan tanto la Fiscalía como la acusación particular, porque al ser agosto iba en chanclas, calzado que le impediría llevar a cabo esas acción.

A.A., que ha manifestado haber tenido una relación casi familiar con A.A.S tras la amistad que habían forjado sus respectivas mujeres, ambas de nacionalidad marroquí, ha explicado ante el tribunal que la confianza entre ambos se truncó tiempo después. En ese momento, el no tenía trabajo y discutía «lo normal» con su mujer, por lo que la esposa de la víctima, como amiga, le pidió que dejara de beber.

Pese a que el escrito del fiscal señala que fue la reparación de un vehículo lo que provocó la agresión, el procesado ha negado este extremo y ha relatado que A.A.S malinterpretó que entre su mujer y él había algo más que una amistad, pensamiento que acabó diezmando esa relación. «Solo era la amiga de mi mujer, era paisana y me daba consejo», ha defendido.

«Él me llamo y me dijo que fuera a su casa para aclarar eso. Yo iba en chanclas y es imposible romper una puerta blindada. Encima estaba borracho. Fue Antonio el que me abrió puerta, tras llamar yo al timbre», ha relatado el acusado, que ha añadido que fue A.A.S, quien le empezó a insultar y le dijo algo así como que «uno de los dos iba a salir de allí con las piernas por delante».

A continuación, según ha recordado, comenzó una pelea entre ambos, negando que fuese él quien cogiera una botella de vidrio y la rompiera con intención de agredir a A.A.S., al que tampoco le puso la rodilla en el cuello, pues sabía que tenía un marcapasos. «Si lo hago se muere», ha admitido.

De igual modo, ha rechazado haber destrozado diferentes objetos por toda la vivienda, como mantiene la Fiscalía y la acusación, añadiendo que esos desperfectos se produjeron en el desarrollo de la pelea por los «empujones» que ambos se propinaron.

Por último, el procesado ha explicado que cuando llegaron las dos esposas, que venían juntas de Madrid en el coche de su mujer, él acaba de levantar a A.A.S del suelo y se fue en el vehículo de su mujer al centro de urgencias de Añover del Tajo porque estaba sangrando mucho. Pero, según ha detallado, estaba cerrado y por eso entró a comprar una botella de agua en un bar, donde fue detenido por la Guardia Civil.

«PENSÉ QUE ERA EL ÚLTIMO DÍA DE MI VIDA»

Mientras, la presunta víctima ha manifestado que a A.A. le unía una relación de amistad, forjada a través de sus mujeres, y de «ayuda», pues daba dinero a su familia para que pudieran mantener al hijo que tenían, aunque había «ideas y cosas» del procesado que no le encajaban y, por eso, quiso cortar ese hilo. «Y él hizo lo que hizo».

Aunque ha admitido haber llamado por teléfono al procesado otro día, ha testificado que el día que sucedieron los hechos que hoy se juzgan él estaba solo en casa, porque su mujer se había marchado a Bilbao con sus hijas y su madre, a visitar a una hermana. Ha contado que estaba tumbado en el sofá, cuando A.A. pegó un «patadón» a la puerta, que se abrió de forma violenta y entró en el salón.

«No me dio tiempo a sentarme. Entró en un segundo, hablando muy fuerte y en árabe, como para intimidarme. Sin mediar palabra se lió a puñetazos conmigo, igual que una ametralladora. Me dio todo lo que quiso y más», ha detallado la víctima, que además de asegurar que le daba «patadones en el pecho», ha dicho que intentaba levantarse pero se lo impedía poniéndole la rodilla en el pecho.

A renglón seguido, ha rememorado, el procesado rompió una botella de vino de dos litros vacía que había en la casa de decoración, con intención de agredirle. «Pensaba que era el último día de mi vida. Puse la mano y forcejamos, por eso el tenía alguna herida», ha señalado A.A.S, que también ha hablado de lo exaltado que estaba su agresor. «Tenía que tener algo de droga dentro».

VERSIONES OPUESTAS SOBRE LA PUERTA DE LA VIVIENDA

En la primera sesión de esta vista también han declarado las mujeres tanto del procesado como del agredido. Ésta última ha afirmado que ese día que ocurrieron los hechos ella estaba de regresó de Bilbao, y que fue la mujer de A.A. la que les recogió en Madrid para llevarles hasta Alameda de la Sagra.

De forma previa, ha narrado que el acusado le había llamado por teléfono «demasiado cabreado» para decirle que iba a ir a su cada «a devolverle dinero» a su marido. Ella, al notarlo tan alterado, le pidió que no lo hiciera.

Pero al llegar a casa, en el coche de la mujer del acusado, vio que la puerta estaba rota y abierta y, entonces, entró corriendo. Allí encontró a su marido tirado en el suelo, con todo lleno de sangre y tierra, y al agresor «de pide con un palo en la mano». «Me dijo no grites, está vivo todavía», ha afirmado la mujer de la víctima, que ha insistido en que A.A., que actuaba de forma amenazadora, se fue poco después en el coche de su esposa.

Por contra, la esposa del procesado, que también ha relatado que fue a buscar a su amiga a Madrid porque venía de viaje desde Bilbao, ha afirmado que ésta abrió la puerta con su llave y al entrar empezó a gritar. Ha aseverado que A.A.S. estaba en el suelo y A.A. a su lado, y que todo estaba lleno de sangre y había «mucha confusión».

Pese a admitir que su marido bebía, y que había algunas noches no iba a casa, ha defendido que no era agresivo «con nadie», y que en ningún momento le comunicó su intención de ir a casa de A.A.S., aunque sí sabía que estaba solo.

Por último, ha indicado que le dio las llaves de su coche a su marido, que abandonó la casa de A.A.S. al poco de llegar ellas, porque fue la mujer de este quien le pidió que le diera las llaves para que se fuera.

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