jueves, 28 marzo, 2024

Emilio Sáez pide el “desprecio máximo” de toda la sociedad hacia quienes asesinan a las mujeres

Ante las puertas del Ayuntamiento de Albacete se ha guardado un minuto de silencio como condena a los últimos casos de asesinatos machistas

Las puertas del Ayuntamiento de Albacete han acogido esta mañana un minuto de silencio como muestra de rechazo y condena absoluta de la violencia machista y en memoria de las últimas víctimas, Rocío Caíz, de 17 años, asesinada por su exnovio en Sevilla y las niñas Anna y Olivia, en Tenerife.

El minuto de silencio ha sido secundado por representantes de los grupos políticos con representación en el Ayuntamiento de Albacete, tales como PSOE, Partido Popular, Ciudadanos y Unidas Podemos, así como por el alcalde, Emilio Sáez, y el vicealcalde, Vicente Casañ; el delegado de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, Pedro Antonio Ruiz Santos, y la delegada provincial de Igualdad, Lola Serrano; el subdelegado del Gobierno, Miguel Juan Espinosa, y los responsables del Cuerpo Nacional de Policía, el comisario Florentino Marín, y el jefe de la Comandancia de la Guardia Civil, Jesús Manuel Rodrigo.

Al término del minuto de silencio, y tras un aplauso de los asistentes, el alcalde ha explicado que este sencillo acto se celebraba dando respuesta a la petición de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), “porque, una vez más y de la manera más desgarradora posible, se han producido nuevas víctimas de la violencia machista”.

“Basta ya, ni una más, como sociedad democrática que somos no podemos seguir soportando estos asesinatos de mujeres”, ha clamado Emilio Sáez, que ha recordado que en lo que llevamos de año son ya 18 las mujeres asesinadas; casi 1.100, desde que se contabilizan en el año 2003, y 41 niños y niñas. “Como sociedad no podemos seguir tolerando, ni aceptando, esta situación”, ha recalcado Sáez, quien ha pedido el “desprecio máximo de toda la sociedad” para quienes matan a sus mujeres o a sus hijos con el ánimo de hacer daño a la madre, como ha sido el caso de Tenerife, el último caso de lo que se conoce como violencia vicaria.

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