Las mejores palmeras de chocolate, ¿las hace Valentín en Corral de Calatrava?

Conocemos los secretos de Valentín Ruiz, un conocido repostero que ha sabido adaptar la pastelería tradicional a los nuevos tiempos

Nos vamos hasta la “Pastelería  Valentín”, en Corral de Calatrava, un pequeño pueblo a no más de 20 km de Ciudad Real. Allí, entre tartas, pasteles, dulces tradicionales y palmeras de chocolate encontramos a Valentín Ruiz, reconocido pastelero de nuestra región, que ha sabido aunar tradición e innovación. Su abuelo fundó esta pastelería hace más de 85 años. Primero su padre, después su madre y ahora él ha conseguido que sea reconocida como una de las mejores de la región. Quizá sea por sus dulces tradicionales, por sus tartas personalizadas, o por sus… palmeras de chocolate, que nos sirvieron de excusa para llegar hasta allí.

El hojaldrado es perfecto, crujiente por fuera y ligeramente mantecoso por dentro, y el chocolate que se usa para la cobertura es de buenísima calidad y no demasiado empalagoso. Además son grandes, perfectas para compartir.

“Me siento muy orgulloso de que vengan clientes de todos los puntos de la provincia a por nuestras palmeras de chocolate” reconoce Valentín Ruiz. Y es que tanto sus palmeras, como sus pasteles tradicionales y sus originales tartas son un reclamo turístico para esta comarca. “Viene gente de otras localidades de Ciudad Real, de otras zonas de la región e incluso de fuera de ella. Muchas personas de Madrid llaman para encargar las tartas de cumpleaños de sus hijos o para sorprender a familiares y amigos, en ocasiones especiales”.

Aunque las de chocolate son las más conocidas, en el horno de Valentín hay sitio también para las palmeras con glaseado de chocolate blanco y pistachos, una fantasía que sorprende incluso a los más caprichosos.

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El negocio tiene una clientela fiel y ahora nuevas generaciones confían en él. “Tengo clientes a los que les hicimos la tarta de su bautizo, de su comunión, de su boda, y ahora nos encargan las tartas de cumpleaños de sus nietos”, reconoce satisfecho Valentín.

Las mejores palmeras de chocolate, ¿las hace Valentín en Corral de Calatrava?

Sabores de siempre pero con mucha innovación

La esencia de Pastelería Valentín es la combinación perfecta entre la pastelería tradicional y la creativa. Gran parte de su éxito está en seguir haciendo los sabores de antaño, esos que sus clientes recuerdan con cariño y guardan en su memoria. Los dulces de la Pastelería Valentín transportan siempre a la niñez y a buenos momentos, desde sus conocidos “picos” (bizcocho tradicional con una crema de yema y glaseado de azúcar) hasta los “corralitos” (versión mini de los mantecados), pasando por los petisus de crema pastelera, los pasteles de coco o “erizos”, el pastel de hojaldre relleno, los borrachos (empapados con un almíbar de vino blanco, por supuesto de nuestra tierra), las empanadillas de cabello de ángel o las guindas o “pezuñas”.

Valentín ha querido preservar con recelo las recetas de su abuelo, pero ha sabido adaptarlas a los nuevos tiempos y darles un toque de vanguardia.  “En realidad lo que hemos hecho ha sido depurar las recetas tradicionales. Antes los pasteles se hacían con mucha azúcar y harinas muy pesadas, para que te sintieras satisfecho. Ahora, sin embargo, los hacemos con bizcochos y cremas mucho más ligeras para que no nos cansemos de comerlos”, explica Valentín, quien asegura que en su obrador hay una preocupación especial por hacer cada día postres más sanos y equilibrados.

Cada tarta tiene una historia detrás

Mención aparte merecen sus tartas de fondant diferentes y sus galletas selladas con mensajes, para celebraciones.

Cada tarta tiene una historia detrás. Cuando alguien le encarga hacer una tarta, Valentín se interesa en conocer algunas anécdotas y situaciones de la persona. Para poder hacer una tarta personalizada necesita inspirarse en los hobbies, el trabajo o los anhelos de esa persona. “Hace unas semanas, una clienta me encargó una tarta para su tía-abuela que cumplía 92 años. Como me contó que se había pasado la cuarentena jugando al parchís con sus sobrinos-nietos, le propuse hacer una tarta que reproducía un tablero de parchís para cuatro jugadores. Fue todo un éxito” comenta orgulloso Valentín, para quien es muy importante que los clientes queden satisfechos y sorprendidos con su trabajo.

Parte de la magia de una tarta está en el bizcocho, por eso Valentín elige siempre bizcochos ligeros, esponjosos y justamente almibarados que hacen que sus tartas sean tan especiales.

Un pastelero de pueblo entre los mejores reposteros del país

Valentín se dio a conocer en el programa de televisión “Deja sitio para el postre” (Cuatro) donde pudo demostrar sus conocimientos de repostería y su enorme creatividad, esa que le ha llevado a trasladar a su obrador de Corral de Calatrava un sin fin de bocados irresistibles.

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De su paso por el programa de televisión guarda buenos recuerdos y mejores amigos. “Que un pastelero de pueblo como yo pueda contar con los consejos y la amistad de los grandes maestros pasteleros de nuestro país es un honor increíble” recalca Valentín, quien ha sabido inspirarse en los mejores pero haciendo siempre su propia versión de cada postre.

Hace cuatro años, en 2016, un postre de chocolate se alzaba con el segundo premio del Certamen Nacional de Gastronomía, celebrado en Canarias. Mari Pili Fama, de Motilla de Palancar (Cuenca) y Valentín Ruiz lo consiguieron con una pieza de chocolate belga que recreaba una cepa de vid y varios elementos quijotescos.

Y dejamos a Valentín en su pastelería, donde pronto pondrá a la venta miles de buñuelos, muy conocidos también en la región. Llama la atención la buena dosis de cariño que pone a todo lo que hace y la ilusión que le produce que la gente elija su trabajo para poner un toque dulce en sus vidas.

Ana I. Sánchez Rebollo
Periodista, vinculada a la provincia de Guadalajara y especialmente a la Alcarria Baja. Antes escribía sobre maternidad y crianza, ahora utiliza las palabras para mostrar los lugares, las personas, las tradiciones y costumbres de Castilla-La Mancha. Convencida de que el periodismo regional es imprescindible para mantener a la sociedad bien informada.

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